Testimonio de Alby
“el aroma de un auténtico café”
El café se asocia, por lo general, a barras de cualquier bar abarrotadas, siendo las 7 de la mañana con una gran cola de gente, al tiempo que el ajetreado camarero sólo piensa en servir a la mayor brevedad posible a todos los clientes, mientras el ruido de los mismos unido al (no menos molesto) ronroneo de un fatigado molino que, sin cesar, muele miles de granos y una cafetera en la que el paso del agua por los portafiltros y el inconfundible susurro de la leche que, poco a poco, va subiendo de temperatura, no deja espacio para el romanticismo. No deja tiempo para disfrutar del color de esos granos. No deja un segundo para preguntarnos cual fue el cariño que ese café recibió en su origen.