Testimonio de Alby
“el aroma de un auténtico café”
El café se asocia, por lo general, a barras de cualquier bar abarrotadas, siendo las 7 de la mañana con una gran cola de gente, al tiempo que el ajetreado camarero sólo piensa en servir a la mayor brevedad posible a todos los clientes, mientras el ruido de los mismos unido al (no menos molesto) ronroneo de un fatigado molino que, sin cesar, muele miles de granos y una cafetera en la que el paso del agua por los portafiltros y el inconfundible susurro de la leche que, poco a poco, va subiendo de temperatura, no deja espacio para el romanticismo. No deja tiempo para disfrutar del color de esos granos. No deja un segundo para preguntarnos cual fue el cariño que ese café recibió en su origen.
Esta isla (La Palma) asociada a un turismo sostenible, un turismo que disfruta de nuestras rutas para senderistas, de nuestras playas, de nuestro gofio vino o papas, una isla con cultivo de plátanos que predomina en las soleadas costas y que salpica de color con muchas de esas postales que los turistas reparten por el mundo. Una cultura tabaquera que llega a nuestros días y sigue siendo una seña de identidad.
Una época actual que dejó atrás el placer de hacer las cosas y en la que se impone la productividad y el negocio. En medio de este panorama conozco a Eduardo, por medio de un barista formado por la empresa TIRMA y actual campeón de Canarias; Jose Alexis Rodríguez, actualmente barista en el bar la cueva en el municipio palmero de Barlovento. Después de una conversación formal y de tomar un par de cafés, nos comenta que tiene sembrados unos mil cafetos repartidos en 2 plantaciones, una de ellas en el enclave natural protegido y reserva de la Biosfera del municipio norteño de San Andrés y Sauces en una altitud de unos 500 metros sobre el nivel del mar y cultivando cafetos de las variedades típicas caturra y amarillo (entre otros). Sembrado en bancales y aprovechando la estructura del propio suelo y el follaje de los árboles para aportar tanto matices como la humedad necesaria a las plantas. Entre risas comenta que su único fertilizante es estiércol de conejo. Aún sin ningún tipo de veneno químico y con una prácticamente nula presencia de plagas. Un proceso de recolección totalmente manual y un despulpado en el que hoy en día cuenta con una máquina traída directamente de Colombia con un secado al sol en cama africana.